Ojo. Falsas creencias que debemos eliminar acerca de la aplicación de estos medicamentos.
Es posible que en más de una oportunidad su médico le haya propuesto protegerlo contra alguna enfermedad a través de la vacunación, pero al llegar a casa y comentarlo en su entorno familiar o amical (incluso con algún amigo médico) le digan que “es muy peligroso, o que le puede traer muchos problemas e incluso causarle la muerte o daño irreversible”. Esto se debe a una mala interpretación sobre el debate existente en el mundo científico sobre la eficacia, seguridad y tolerabilidad de las vacunas en poblaciones específicas en especial y que aparecen en medios periodísticos escritos por personas sin mayor preparación en el tema.
Mito 1: La vacunación ya no es necesaria.
Esta es una creencia que afirma que al no existir algunas enfermedades la vacunación no es necesaria. Totalmente falso. La única enfermedad infecciosa erradicada en el planeta es la Viruela (¿recuerdan los mayores de 50 años la vacunación con un pequeño corte con una lanceta en el hombro izquierdo y la aplicación de una gota sobre la pequeña incisión?)
Oficialmente el último caso de Viruela ocurrió en Somalia en 1977. Sin embargo, aún tenemos enfermedades como sarampión, difteria, tétanos, polio, tos ferina, difteria etc, que, aunque se ha reducido su frecuencia, de presentarse puede tener impacto importante en la salud de las personas. Un ejemplo de esto fue observado en Estados Unidos, en donde en el 2015 se informó 159 casos de sarampión y un gran número de estos pacientes no había recibido la vacuna (45%) o tenía un antecedente de vacunación desconocido (38%). El número creciente de personas que optan por no vacunarse puede dar lugar a problemas relacionados con la atenuación de la inmunidad de grupo o rebaño.
Mito 2: Las vacunas producen autismo.
Los activistas antivacunas esgrimen este argumento basado en un artículo publicado en 1988 por Andrew Wakefield en The Lancet (una de las más prestigiosas revistas del mundo científico médico) en el cual señaló asociación entre la vacunación contra sarampión, parotiditis y rubéola (SRP, triple viral) y el autismo, que observó en ocho casos. Esto trajo muchos temores sobre cuán seguras eran estas vacunas. No tardó mucho tiempo y la verdad salió a la luz: existieron muchos errores en la metodología científica usada en dicho artículo lo que llevó a conclusiones erróneas. Por ello la revista The Lancet publicó una retractación parcial de dicho artículo en el 2004 y luego una completa en el 2010, con serias consecuencias al autor (se le revocó su licencia en Inglaterra y se le acusó de falta grave a la ética médica debido a la existencia de conflictos de interés de índole económico). Como estos detalles no eran conocidos por la sociedad no médica, permaneció el mito vigente que “las vacunas ocasionaban autismo” y fue la comunidad científica la encargada de desvirtuar dicha falsedad.
Mito 3: Las enfermedades autoinmunes son producidas por la vacunación.
Al momento, la hipótesis de la presencia de enfermedades autoinmunes y vacunación no ha sido probada. Hace poco se propuso en nombre de Síndrome Inflamatorio Autoinmune Provocado por Adyuvantes (ASIA, por sus siglas en inglés) como una clasificación de una serie de enfermedades autoinmunitarias emergentes, potencialmente relacionadas con los adyuvantes de las vacunas (sustancias que intensifican la capacidad protectora de la vacuna). Al momento ningún estudio ha demostrado que las vacunas produzcan algún trastorno autoinmune como el planteado.
Mito 4: “La Influenza es una enfermedad benigna sin complicaciones”
A pesar de su espectro clínico leve, en la historia de la humanidad no siempre ocurrió así. Es ampliamente conocida la epidemia de 1918 conocida como la ‘Gripe Española’ o la de finales de 1950 y comienzos de 1960 llamada ‘Gripe Asiática’ que reportó cientos de miles de fallecidos en el mundo. Más recientemente la Influenza H1N1 en el siglo XXI (2009-2010) produjo 18,449 muertes, aunque la existencia de subregistro hace sospechar una mortalidad mucho mayor. Los casos graves de Influenza no son frecuentes, pero de presentarse puede producir neumonía severa, encefalopatía y miocarditis, aparte de muerte. Los investigadores también han notado que después de brotes de influenza se presentan muertes inusuales relacionadas con complicaciones cardiacas y pulmonares, además del temido Síndrome de Guillain Barré (trastorno neurológico progresivo que termina muchas veces en Unidades de Cuidados Intensivos). Estas complicaciones se han observado en adultos mayores, personas diabéticas, con cirrosis o enfermedad renal y en las mujeres embarazadas.
Mito 5: No administrar vacunas a embarazadas.
La mayoría de vacunas disponibles no tienen contraindicaciones en la embarazada. Una excepción está hecha para vacunas con virus vivos, como la vacuna contra el virus de varicela-zóster y la triple viral, que no se recomiendan un mes antes o durante el embarazo, debido al potencial riesgo de transmisión del virus al feto.
Existen dos vacunas muy importantes en la gestación: la vacuna Tdap (tétanos, difteria, tos ferina acelular), de preferencia administrada entre las 27 y las 36 semanas del embarazo y la vacuna contra la influenza. La influenza, de manera particular, puede llegar a ser muy grave y poner en riesgo de muerte a la madre durante el embarazo y, por tanto, se recomienda vacunación durante la temporada de influenza, no habiéndose encontrado relación entre la vacunación y malformaciones congénitas, en ningún trimestre. El tétanos, la tos ferina y la influenza también son enfermedades inmunoprevenibles en la gestante, al igual que hepatitis B, Neumococo (neumonía) y Meningococo (Meningitis).
Reflexión
A pesar de que las evidencias científicas serias han demostrado no solo la gran utilidad de las vacunas, sino también la falsedad de las aseveraciones que aseguran que son productoras de gran daño en las personas, aún persisten estas falsas creencias en que se han vuelto verdaderas amenazas y que ponen en serio riesgo a las personas tanto a nivel individual como a nivel de comunidad. Por ello, insto a nuestros lectores a no rechazar la opción de tener protección específica contra enfermedades infecciosas a través de vacunas y ante cualquier interrogante no dude en preguntarle a su médico de cabecera, médico familiar, médico ocupacional o infectólogo entrenados y calificados en este amplio tema de vacunaciones.