Miércoles, 23 Mayo 2018 12:01

Mitos maritales

 

 

Victor Raúl Moya Vega C.M.P. 52645

Médico Especialista en Psiquiatría General y Subespecialista en Psiquiatría de Niños y Adolescentes

Psicoterapeuta en Análisis Transaccional. Médico de Psiquiatra en Bienestar Universitario de la Upao y en el Hospital de Especialidades Básicas La Noria.

 

Arnold Lazarus seleccionó 24 mitos maritales que emergieron de su práctica clínica, a continuación, menciono 2 de ellos, que observo frecuentemente en mi actividad profesional.

 

Como el autor plantea: “Al margen de sus otras connotaciones, el matrimonio es esencialmente un tipo de sociedad y una ocupación. Una licencia matrimonial difiere de la mayoría de las otras licencias, en que no se adjudica de acuerdo a las capacidades. En cambio, la licencia de conductor implica que su poseedor ha demostrado un mínimo de competencia detrás del volante de un automóvil. Si los colegios de secundaria ofrecieran rutinariamente cursos de “capacitación matrimonial”, es probable que mucha gente supiera cómo desarrollar acuerdos nupciales sensatos, prácticos y amorosos”.

“La cuestión es: ¿Quién estaría calificado para dictar esos cursos? . Muchos consejeros matrimoniales, psicólogos, psiquiatras y otros profesionales de la salud mental trabajan en base a tantas concepciones falsas como los clientes que ellos tratan o asesoran. La mayoría de las parejas entran en el matrimonio con sueños imposibles y expectativas irreales. Los mitos maritales son creencias erróneas que conducen a la insatisfacción matrimonial”.

Lazarus plantea los siguientes Mitos Maritales: MITO 1: “MARIDO Y MUJER DEBEN SER LOS MEJORES AMIGOS. Mucha gente sostiene que el matrimonio es una relación que lleva el principio de la amistad hasta su grado más completo e íntimo. Yo considero que están equivocados. El matrimonio es compartir íntimamente, mientras que la amistad es compartir la intimidad. Los amigos típicamente no viven bajo el mismo techo a lo largo de los años. En cambio, los esposos comparten muchos eventos diarios que tienen un efecto directo sobre su cónyuge. En consecuencia, es fácil sobrecargar el sistema. El mejor amigo es, por definición, el confidente más íntimo de uno. Mientras que la amistad es una relación desde la A hasta la Z, el matrimonio probablemente no debería avanzar más que de A a W. Cuando surgen problemas imaginarios y temores sin fundamento, en vez de agobiar a su cónyuge, uno puede dirigirse a su mejor amigo. La presencia de un confidente con quien compartir el dilema puede minimizar presiones en el matrimonio. Para eso están los amigos”.

Este Mito empecé a observarlo en el transcurso de mi residencia y se constata en el siguiente ejemplo: Nydia de 28 años y Cristian de 32 años, discutían frecuentemente. Nydia comentaba que algunos sábados se reunía con su mejor amiga para conversar “temas íntimos”; esta situación molestaba a Cristian. Él manifestaba: “Nydia es mi pareja y mejor amiga, por lo que está obligada a contarme todo”. Nydia refería: “Hay temas personales que prefiero hablar con mi mejor amiga, de esa forma desfogo y escucho sus sugerencias; luego llego a casa y estoy más tranquila”.

MITO 2: “MARIDO Y MUJER DEBERÍAN HACER TODO JUNTOS. El mito de la “unión total” es uno de los más comunes. Los dos “tortolitos” van juntos a todos lados, hacen todo junto, lo comparten todo. Ni pensar en vivir alguna experiencia digna de notarse sin el otro. Dejan de funcionar como individuos, interactuando solo como una pareja. Algunos se sienten culpables cuando hacen cosas o salen sin sus cónyuges. En mi opinión la mayoría de los casados han transferido responsabilidades de sus padres a sus cónyuges”.

Coincido con los comentarios de Lazarus, porque en mi práctica clínica observo las siguientes dinámicas: Renzo y Naty son amigos desde la infancia, en alguna oportunidad Renzo de 7 años le pide a Naty de 6 años que venga a jugar Videojuegos, Naty le contesta adecuadamente: “Voy a preguntar a mi mamá Sara, si me deja ir”. Cuando Renzo a los 26 años, le pregunta a Naty de 25 años, si quiere ir a ver una película de terror (que el esposo de Naty detestaría en acudir); me llamó la atención que ella dijera: “Voy a pedir permiso a mi pareja”. Es aún más extraño cuando Gladys de 30 años, es invitada a un concierto de Rock y menciona: “Tendría que ver si mi esposo me deja ir”.

En una relación de adultos basados en la intimidad (respeto, confianza y empatía) , ocurriría lo siguiente : Si Carla Nageli de 32 años, desea acudir a la playa con sus amistades , expresa sus intenciones y no pregunta a su esposo si le da permiso o la deja ir.

El Autor menciona: “No estoy proponiendo una actitud irresponsable de “no me importa”. Claramente, un compañerismo afectuoso implica la debida consideración hacia la otra persona. Por supuesto que las decisiones más importantes que tienen un impacto en el matrimonio o en un cónyuge en particular deben ser tomadas conjuntamente. Pero evitar toda decisión unilateral, por otra parte, es dejar de pensar independientemente “.

Desde mi perspectiva, la práctica de los mitos maritales refleja en el ser humano su falta de okeidad y autonomía; asimismo invitan al desarrollo de la simbiosis y de los juegos psicológicos, conllevando a perpetuar nuestros argumentos de vida.

El primer Mito representa la dificultad en deslindar el rol de amigo y pareja. Este mito se podría asociar a un yo adulto contaminado y por ende hay dificultad en observar con claridad y realidad los roles de vida (pareja, familia, social y actividades); esta situación conlleva a sobrecargar la dinámica de pareja, a conflictos constantes y a la expresión de rebusques emocionales (cólera, tristeza, ansiedad etc.).

En el segundo Mito se evidencia la persistencia de características de la niñez, por medio de las transacciones tipo transferencial; es decir, inconscientemente nos comunicamos con nuestra pareja, como si la pareja representara la figura paternal o maternal. Además, se observa un estado de niño sumiso y una posición existencial -/+ de la pareja que pide permiso para salir.

Publicado en Escanews
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